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PARTE.3. ¿Cómo afrontar la realidad? - Haciendo realidad, la que imaginas...

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  ¿CÓMO AFRONTAR LA REALIDAD? – HACIENDO REALIDAD, LA QUE IMAGINAS... Después de tomar aquellla determinación, Olivia comenzaría a escribir la segunda parte de la historia. La que iría desde este punto, hasta el futuro infinito en todas sus posibilidades. Por la noche dejaría esta historia escrita en el buzón de su nueva amiga; por un lado, a modo de disculpas, pero sobretodo, para sentir que la verdad estaba dicha. Y que a pesar de que el futuro contado a continuación fuese imaginario, al igual que el pasado problemático, sería un imaginario conjunto . --------------------------------------- Imaginario conjunto --------------------------------------- "Al poco tiempo de haber introducido la historia  en el buzón, Henri encontró la carta. La llevo hacia el interior de su casa, se puso cómoda y comenzó a leerla plácidamente . Se dio cuenta rápidamente de que lo que se contaba, era un reeditado de la narrativa real de los sucesos hasta ese punto, y le hizo r

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Al día siguiente  no hubo comunicación . Tampoco la vi. Ni siquiera salí de casa. La había cagado una vez más. No volvería a escribir nunca. No sabía hacerlo mejor. Tal vez, simplemente no era lo mío. Tal vez no debería haber dejado arquitectura. Eso me hizo pensar en lo que me dijo Henri del pasado, y la impotencia de no poder cambiarlo. No podía dejar de darle vueltas. Me dolía . De hecho, me dolía tanto que determiné mi amor por de ella. O por la idea de ella, o por la de nuestra relación idílica de una semana. Se sentía casi como una ruptura. No sabía dónde meterme o cómo sobrellevarlo. Me generaba ansiedad pensar en el hecho de que, aunque yo ya había decidido no continuar escribiendo, poniendo por delante nuestra amistad; Henri no sabía esta parte y seguía enfadada. Lo único en lo que se podía centrar era en las acciones negativas, pero no en las positivas, porque tampoco sabía qué había más allá. Porque jamás pude llegar a hablarle de eso. Sé que hice mal, pe

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Me desperté sobre mediodía. Feliz .   Lo más feliz que había estado desde que llegué de Cork y no había historia que pudiese compensar eso.  Me levanté de la cama y fui a coger mi archivo de personajes del armario.  Me senté en el escritorio y revisé todas las fotografías que había. Eran realmente bonitas. No pude evitar sonreír un poco con aires de melancolía. Pero hice de tripas corazón y decidí sacar las fotos de Henri. Las apilé en un pequeño montoncito, y las deje apartadas sobre la mesa. Guardé mi caja de personajes de nuevo en su sitio y me fui a la ducha. Al salir tenía una llamada perdida . Era de Henri. Quería saber si me apetecía Picknick   en el parque. Naturalmente, accedí complacida, pero al mirar por la ventana auguré que nuestro plan no iba a ser demasiado viable. Me había sugerido estar allí a las 17.00 pero el cielo estaba realmente oscuro, y parecía que comenzaba a chispear. Apenas podía contener la felicidad de que me hubiese vuelto a llamar tan pron

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Ya eran las 21.20 . La otra pista no había funcionado... O al menos no había visto a la chica por en la sala de actos del Café del Mar durante la visualización de  "Venus" . En el fondo me comía las uñas de los nervios, desesperada porque se hiciese la hora de ir al parque. ¿Y si no estaba, y era un farol para tener la oportunidad de dejarme colgada? Y si sí estaba, ¿que le podía decir? - "Hola, me llamo Olivia y te espío porque quiero escribir un libro inspirado en la parte de ti que no conozco, pero que no pasa nada, porque me la imagino gracias a mi fructuosa imaginación... Esa conversación no tendría futuro. No se lo podía explicar. O al menos no aún. Salí del bar y comencé a caminar. Me temblaban un poco las piernas, y a cada metro que avanzaba me ponía un poco más nerviosa. Sentía arrebatos intermitentes de frío y calor, a medida que fluctuaba en mí la proyección imaginaria de todo lo que podía llegar a suceder. Lo que sabía seguro, era que necesitaba llegar

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Estaba todo planeado. Me levanté a las 7 de la mañana, con la intención de asegurarme de que llegaba a casa de mi desconocida antes de que ella se despertase. Es su buzón tiré un sobre con sigilo. En su interior, una carta anónima. A las 8 toqué el timbre y me escondí detrás del pilar de su puerta. No me podía ir hasta comprobar que ella se había levantado y salido a mirar el buzón. Y tocaría el timbre hasta que eso sucediese: La clásica trampa del cartero.              Solo hizo falta una repetición hasta que escuché el pestillo de su puerta abrirse. Me fui corriendo por si salía a comprobar si había alguien escondido detrás de la puerta, y suerte, porque efectivamente, lo hizo. Me dirigí a toda prisa hacia el parque, a dejarle la nueva pista, en nuestro ya establecido, punto de conexión. Coloqué de nuevo un sobre erguido, sobre el banco. En su interior, una fotografía con mi cuenta de Instagram . Me alejé y observé. Un par de minutos más tarde llegó corriendo, bajó las e

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Cuando llegué a casa me sentí algo más segura. Que patético tan absurdo el mío. Desde luego, aunque yo sí que quisiese ahora,  seguro que ella ya no tendría ningún interés en conocerme después de esto...  - ¿Como la había podido cagar tanto? ¿Qué haría ahora? Me pregunté.    Siempre he sido de esas personas a las que le da un poco de ansiedad hablar con desconocidos , peto porque cundo compartes una vivencia, o sencillamente una conversación bonita con un desconocido, siempre existe ese miedo melancólico, de no volver a vivir esa sensación y ese momento, en el momento de la separación . Por eso cuando estoy de viaje y conecto con alguien, siempre intento llevarme algo de ese alguien. Un número, un lugar común, o tal vez solo su apellido, para así poder buscarlo algún día “ if necessary ”, en un ataque de melancolía. Y, creo que, en alusión a este pensamiento, sentí que debía conseguir mantener el contacto con la chica del parque, porque ella me hacía sentir conectada. Por e

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PARTE 2.  – LA CHICA Entreabrí los ojos y me sentí extraña, todo estaba demasiado oscuro, pero yo no me sentía demasiado cansada. Oía las manecillas del reloj girar, pero al estirar el brazo para manotear por la mesita de luz no lo pude encontrar. Me había puesto una alarma a las nueve de la mañana, pero parecía todavía no haber sonado. Me giré para intentar reposicionarme y continuar durmiendo un poco. Entreabrí los ojos una vez más desde mi nueva posición y de repente lo vi… allí estaba la luz filtrándose por los pequeños agujeritos de la persiana. No me lo podía creer. Esa era la eterna discusión con mi padre. Odio dormir con la persiana bajada porque el cuerpo se desubica y no sabe cuánto ha de dormir, pero él dice que hay que hacerlo para descansar mejor, mantener el calor de la casa, aislarse del ruido…  - ¿Pero que prima más? ¿ Ahorrar calefacción y ruido o el ciclo natural del cuerpo ? -No entiendo porque le importa tanto que yo prefiera mi persiana abierta, y cuando